Cremas anticelulitis… ¿realmente funcionan?

Cada año, al llegar el verano, son muchas las mujeres que se obsesionan con las imperfecciones de su cuerpo y que en un precipitado intento de acabar con ellas, acuden a cualquier remedio que les ofrezca una solución rápida y sin esfuerzo. Dentro de esos remedios ocupa un lugar privilegiado las cremas anticelulitis, pastillas, parches y reductores de grasas.

Su uso es cada vez más habitual, especialmente entre las mujeres, aunque no únicamente. Sin embargo, la mayoría de doctores son unánimes en su opinión: las cremas anticelulitis no funcionan, son un engaño, un negocio. Todas son ineficaces, no importa que sea en versión crema, loción, gel, spray, en ampollas, o en los novedosos parches.

Y lo mismo se puede aplicar a las llamadas cremas adelgazantes, moldeadoras o reductoras de grasa, que tampoco adelgazan, en contra de lo que aseguran sus anunciantes, ni queman el exceso de grasa.


Sin embargo, esta opinión, aunque respalda por numerosos estudios e investigaciones médicas, puede y debe matizarse. Si bien es cierto que todas las cremas prometen cosas que realmente (y médicamente) no puede cumplir (rápidas reducciones, eliminación total, disminución drástica... ), no lo es menos que la mayoría contiene elementos y componentes que son beneficiosos para la piel y que la ayudan a tener un mejor aspecto: Retinol, Vitamina E, Aloe Vera, elementos bioactivos... componentes que revitalizan, ayudan a regenerar, hidratan o estimulan la piel.

En cualquier caso, funcionen las cremas o no, tanto médicos como fabricantes están de acuerdo en una cosa: que la única manera verdaderamente eficaz de combatir la celulitis es la combinación, constante y habitual, de una buena dieta, ejercicio físico y buenos hábitos de vida. Lo demás (cremas, parches, sprays o incluso las intervenciones quirúrgicas), puede ayudar, pero no constituye nunca una solución completa y duradera.